lunes, 6 de enero de 2014

Solo Tiólico, un blanco aragonés diferente

Casa Perdiguer Bodega
Esta semana me pasé a comprar unas botellas por Bodegas Perdiguer, una de las casas de vino históricas de Zaragoza, que afortunadamente me cae muy cerca de casa. La idea era comprar unas botellas de vino blanco y tinto aragonés para una celebración.
En el caso del tinto tenía claro lo que me apetecía, y me decanté por el oscarizado Honoro Vera (D.O. Calatayud), pero en blancos tenía muchas dudas...
La idea inicial era coger tres botellas iguales, pero el ansía de probar vinos nuevos me pudo, y finalmente opté por comprar tres distintas, una de ellas, que es de la que os voy a hablar es la que más me llamó la atención en la estantería.

Vino "Tiólico" rezaba la etiqueta. Y yo (que estoy en mi iniciación en esto del vino) preguntándome qué narices será esto de tiólico... La contraetiqueta despejaba alguna de mis dudas, pero la más importante estaba claro que me la tendría que solucionar la nariz y la boca.

Los tioles son unos compuestos que se pueden encontrar en el propio hollejo pero que son inodoros. Al pasar al mosto en diferente medida dependiendo de varios factores como el tipo de variedad, la vinificación que se hace, etc. Durante la fermentación alcohólica y gracias a las levaduras salen a la luz y son los responsables de aromas intensos a cítricos como el limón o el pomelo, frutas como el maracuya, hierba fresca o boj.


El vino del que estoy hablando es el Solo Tiólico, de Bodegas Aragonesas (D.O. Borja). Un vino diferente, que se ha conseguido gracias al I+D de las bodegas en su empeño por mejorar las variedades de uva blanca, y que tiene un proceso de elaboración complejo:

- Vendimia una semana después de la maduración de la baya
- Maceración de la uva durante 4 horas y posterior desfangado del mosto.
- Fermentación alcohólica a menos de 16º C durante dos semanas.
- Durante el proceso se evita que el mosto entre en contacto con el oxígeno.

Solo Tíólico D.O. Borja
Este último paso es quizá el más importante puesto que de esta forma se evita la pérdida de los aromas tiólicos del vino.

La variedad empleada también resulta curiosa, y es que cuando nos hablan de un Moscatel siempre pensamos en un vino de postre con un color ambarino donde encontramos el propio olor y sabor a uva, a albaricoque, a fruta madura.
En este caso lo que vamos a encontrar es un vino amarillo paja con tonos verdosos, con un olor a cítrico. Personalmente no he encontrado ese aroma a hierba ni a maracuyá que llevan implícitos estos aromas, pero no quiere decir que no estén sino que mi nariz no ha sido capaz de encontrarlos.
En boca lo primero que me llama la atención es la marcada acidez que tiene asemejándose a un limón o a un pomelo. En un primer momento no me hizo mucha gracia, pero después la encontré muy peculiar y sorbo a sorbo he de decir que me ha ido entusiasmando. 
Lo segundo que llama la atención es como nuestro organismo lucha contra esa acidez e intenta neutralizarla generando saliva.

Es un vino que por su precio (5 € aprox.) puede servirse en cualquier situación. Y mucho mejor si está bastante frío, a unos  6ºC, pero cuidado, que sus 13.5º entran de maravilla.




No hay comentarios:

Publicar un comentario