domingo, 9 de agosto de 2015

Catando vinos y cuentos

¿Qué pinta en un blog de vinos un post así?
Los cuentos no sirven solamente para dormir a los pequeños, sino también para mantener despiertos a los mayores, que somos los que bebemos vino.

Los cuentos hay que tomarlos en copa. A veces serán fuertes, otras amargos, otras con un tanino más dulce y suave, tendrán una mayor o menor astringencia, pero siempre contarán con un postgusto y un final largo que perdurará y que te permitará saborear hasta los más sutiles matices de tu propia vida.

A continuación me permito reproducir un cuento de Jorge Bucay, a través del cual se puede hacer una nota de cata de nuestra sociedad:


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Había una vez... otro rey. Este era el monarca de un pequeño país: el principado de Uvilandia. Su reino estaba lleno de viñedos y todos sus súbditos se dedicaban a la fabricación de vino. Con la exportación a otros países, las quince mil familias que habitaban Uvilandia ganaban suficiente dinero como para vivir bastante bien, pagar los impuestos y darse algunos lujos.

Hacía ya varios años que el rey estudiaba las finanzas del reino. El monarca era justo y comprensivo, y no le gustaba la sensación de meterle la mano en los bolsillos a los habitantes de Uvilandia. Ponía gran énfasis, entonces, en estudiar alguna posibilidad de rebajar los impuestos.

Dibujo de Carlos Blanco - Blog El Autodidagta

Hasta que un día tuvo la gran idea. El rey decidió abolir los impuestos. Como única contribución para solventar los gastos del estado, el rey pediría a cada uno de sus súbditos que una vez por año, en la época en que se envasaran los vinos, se acercaran a los jardines del palacio con una jarra de un litro del mejor de su cosecha. Lo vaciarían en un gran tonel que se construiría para entonces, para ese fin y en esa fecha.
De la venta de esos quince mil litros de vino se obtendría el dinero necesario para el presupuesto de la corona, los gastos de salud y de educación del pueblo. La noticia fue desparramada por el reino en bandos y pegada en carteles en las principales calles de las ciudades. La alegría de la gente fue indescriptible.

En todas las casas se alabó al rey y se cantaron canciones en su honor. En cada taberna se levantaron las copas y se brindó por la salud y la prolongada vida del buen rey.
Y llegó el día de la contribución. Toda esa semana en los barrios y en los mercados, en las plazas y en las iglesias, los habitantes se recordaban y recomendaban unos a otros no faltar a la cita. La conciencia cívica era la justa retribución al gesto del soberano. Desde temprano, empezaron a llegar de todo el reino las familias enteras de los vinicultores con su jarra en la mano del jefe de familia. Uno por uno subía la larga escalera hasta el tope del enorme tonel real, vaciaba su jarra y bajaba por otra escalera al pie de la cual, el tesorero del reino colocaba en la solapa de cada campesino, un escudo con el sello del rey.

A media tarde, cuando el último de los campesinos vació su jarra, se supo que nadie había faltado. El enorme barril de quince mil litros estaba lleno. Del primero al último de los súbditos habían pasado a tiempo por los jardines y vaciado sus jarras en el tonel.
El rey estaba orgulloso y satisfecho; y al caer el sol, cuando el pueblo se reunió en la plaza frente al palacio, el monarca salió a su balcón aclamado por su gente. Todos estaban felices. En una hermosa copa de cristal, herencia de sus ancestros, el rey mandó a buscar una muestra del vino recogido. Con la copa en camino, el soberano les habló y les dijo:

— Maravilloso pueblo de Uvilandia: tal como lo imaginé, todos los habitantes del reino han estado hoy en el palacio. Quiero compartir con vosotros la alegría de la corona, por confirmar que la lealtad del pueblo con su rey, es igual que la lealtad del rey con su pueblo. Y no se me ocurre mejor homenaje que brindar por vosotros con la primera copa de este vino, que será sin dudas un néctar de dioses, la suma de las mejores uvas del mundo, elaboradas por las mejores manos del mundo y regadas con el mayor bien del reino, el amor del pueblo.

Todos lloraban y vitoreaban al rey. Uno de los sirvientes acercó la copa al rey y éste la levantó para brindar por el pueblo que aplaudía eufórico... pero la sorpresa detuvo su mano en el aire, el rey notó al levantar el vaso que el líquido era transparente e incoloro; lentamente lo acercó a su nariz, entrenada para oler los mejores vinos, y confirmó que no tenía olor ninguno.

Catador como era, llevó la copa a su boca casi automáticamente y bebió un sorbo.¡El vino no tenía gusto a vino, ni a ninguna otra cosa...! El rey mandó a buscar una segunda copa del vino del tonel, y luego otra y por último a tomar una muestra desde el borde superior. Pero no hubo caso, todo era igual: inodoro, incoloro e insípido.

Fueron llamados con urgencia los alquimistas del reino para analizar la composición del vino. La conclusión fue unánime: el tonel estaba lleno de AGUA, purísima agua y cien por cien agua. Enseguida el monarca mandó reunir a todos los sabios y magos del reino, para que buscaran con urgencia una explicación para este misterio. ¿Qué conjuro, reacción química o hechizo había sucedido para que esa mezcla de vinos se transformara en agua...? El más anciano de sus ministros de gobierno se acercó y le dijo al oído:

— ¿Milagro? ¿Conjuro? ¿Alquimia? Nada de eso, muchacho, nada de eso. Vuestros súbditos son humanos, majestad, eso es todo.

— No entiendo – dijo el rey.

— Tomemos por caso a Juan. Juan tiene un enorme viñedo que abarca desde el monte hasta el río. Las uvas que cosecha son de las mejores cepas del reino y su vino es el primero en venderse y al mejor precio. Esta mañana, cuando se preparaba con su familia para bajar al pueblo, una idea le pasó por la cabeza... ¿Y si yo pusiera agua en lugar de vino, quién podría notar la diferencia...? Una sola jarra de agua en quince mil litros de vino... nadie notaría la diferencia... ¡Nadie!...Y nadie lo hubiera notado, salvo por un detalle, muchacho, salvo por un detalle:

¡TODOS PENSARON LO MISMO!


sábado, 8 de agosto de 2015

"Casi todos" los beneficios del vino

Desde la primavera, coincidiendo con plena operación bikini, hemos estado leyendo que unas buenas copas de vino tinto pueden sustituir las sesiones de gimnasio. Este titular queda muy bonito, e incluso quizás alguien llegue a creérselo, pero nada más lejos de la realidad.
Sin duda, el vino tinto favorece a la hora de no engordar pero poco más en este sentido. Sin embargo no podemos quedarnos con una sola de sus propiedades, así que vamos a ver para cuantas cosas buenas nos va a venir tomarnos esa copita:

1.- Ayuda contra la grasa: El consumo de vino tinto activa la función de un gen que impide la formación de nuevas células de grasa y ayuda a movilizar las existentes. Aunque contiene siete calorías por gramo contribuye a reducir la obesidad y el sobrepeso al envejecer.

2.- Combate las bacterias bucales: Desde hace siglos se han tratado con vino las infecciones de las encías, y realmente tiene un fundamento científico. Al parecer, algunos compuestos frenan el crecimiento bucal de los estreptococos y bacterias vinculadas a las caries, además del de otros asociados a la gingivitis y dolores de garganta, combatiendo con las bacterias del tracto superior respiratorio. Aunque por otra parte hay que tener cuidado con los vinos tintos si no queremos acabar teniendo unos dientes marrones 


3.- Mejora de la función cognitiva: El consumo moderado de vino mejora el funcionamiento del cerebro y, en pequeñas cantidades, previene la demencia. Parece que se debe a que la elevada presencia de antioxidantes en su composición reduce la inflamación, impiden que las arterias se endurezcan e inhiben la coagulación, lo que mejora el riego sanguíneo. Se trata por tanto de un anticoagulante natural, algo que también va bien como veremos más adelante para prevenir enfermedades coronarias.

4.- Placer cerebral: Al beberlo se liberan endorfinas en dos áreas del cerebro, aumentando la sensación de placer. Además, si la luz ambiental es roja o azul el placer y el sabor del vino son mucho más intensos que cuando esta posee tonalidades verdes o blancas. Y si ya lo acompañas de un buen trozo de queso o paté no te quiero contar....

5.- El gimnasio embotellado: El resveratrol, también conocido como "la molécula de la eterna juventud" de la uva, disminuye las consecuencias negativas de la vida sedentaria. Pero no seamos sensacionalistas, para alcanzar unas dosis significativas tendríamos que beber cientos de litros de vino, por lo que aunque no deja de ser algo bueno no podemos pensar en cambiar el ejercicio por tomarnos una copa en el sofá. Además, hay que poner entre comillas las bondades de esta molécula, que daría para escribir un post entero, sobre la que existe bastante controversia (¿producto de marketing o realidad?).

Tarjeta Publicitaria J. M. Rivero 

6.- Potenciador de sabores: Tomado durante la comida, el vino ayuda a percibir mejor los sabores que cuando esta se acompaña con agua. Esto se debe a sus propiedades astringentes, que evitan la excesiva sensación de grasa causada por alimentos como las carnes rojas y permiten degustar mejor la comida.

7.- Reduce riesgo de cáncer: El vino tinto ayuda a reducir el riego de cáncer de pulmón en los hombres, sobre todo si son fumadores. Además bloquea el crecimiento de las células responsables del cáncer de mama. Estas propiedades podrían deberse a que de nuevo nuestro amigo resveratrol frena los efectos del estrógeno, la hormona femenina por excelencia. Como curiosidad, la uva pinot noir es la que más concentración tiene de resveratrol. Aunque, doce de cada diez médicos afirman que la mejor forma de reducir la posibilidad de tener un cáncer de pulmón es dejar de fumar.

8.-Protege contra la diabetes: Se ha demostrado que ayuda a aumentar la función del páncreas y reduce el nivel de glucosa en la sangre. Esto le impide estar en riesgo de desarrollar diabetes durante cualquier etapa de la vida. 

8.- Aliado del corazón: Una copa al día en el caso de las mujeres o dos en el de los hombres (¡qué alegría ser hombre!), contribuyen a aumentar los niveles de colesterol bueno en la sangre y previenen las complicaciones cardiovasculares. Esto se debe al polifenol que está presente en el vino.

9.- Cuida de la próstata: Un estudio asegura que consumir siete vasos de vino tinto semanales después de cumplir los cuarenta años de edad, reduce en más de la mitad los diagnósticos de cáncer de próstata. Y digo yo... por una sencilla regla de tres si nos bebemos catorce se reducirá totalmente ¿no? ;-D

10.- Hábitos saludables: Los amantes del vino suelen comprar alimentos más sanos y tener una dieta más equilibrada que los consumidores habituales de cerveza. Consumen más aceitunas, frutas, verduras, quesos bajos en grasa, etc. Este punto es quizá el menos científico de todos puesto que hay de todo en la viña del Señor.

11.- Mejora el sueño: El vino tinto contienen grandes dosis de melatonina, la hormona reguladora del sueño que “señala” al organismo el momento adecuado para dormir mediante un aumento de sus niveles. Así que ya sabéis, una copita antes de dormir puede ser de gran ayuda. (Si os tomáis una botella entera también está garantizado el sueño).