Ayer le regalé una
botella de vino a un amigo, concretamente un Marqués de Tosos Reserva, D.O.
Cariñena. Cuando la abrió por la noche y sirvió las últimas copas me puso un
whatsapp: “¡Este vino tiene posos!”. Yo me reí y le contesté que no pasaba
nada, pero para que él se quede más tranquilo aprovecho y escribo esta entrada,
que seguro le será de ayuda o utilidad a más de uno:
Los “posos” que en
ocasiones encontramos en el fondo de alguna botella pueden ser de varios tipos:
- Bitartratos, que
son sedimentos que están provocados por los cambios físico-químicos del ácido
tartárico que se encuentra en la propia uva. Pero también tienen potasio y calcio
y forman sales con aspecto de pequeños cristales, como si fueran pequeños
granos de azúcar pero con sabor ácido. Se precipitan por el frío y el alcohol.
-Precipitados de la
materia colorante, que se suele dar en vinos con unos cuantos años. Las moléculas tienden
a soldarse unas con otras haciéndose cada vez más grandes y pesadas. Por
esta razón se precipitan y caen al fondo. Tienen aspecto de copos pastosos
y son partes sólidas de la uva
(levaduras muertas y asociaciones de taninos y antocianos).
Precipitados en una copa vacía |
- Los “sulfitos”,
que provienen de la solidificación del
“anhídrido sulfuroso”. Gracias a él se consigue que el vino no se oxide. Además,
impide que se desarrollen microorganismos que por ejemplo podrían
avinagrar el vino. Los sulfitos se emplean en muchísimos productos de
alimentación y las dosis están marcadas por normativa europea.
Etiqueta de una botella de vino |
Los precipitados suelen
darse en vinos que no reciben tratamientos de estabilización, filtrado ni
clarificado. Además, en algunos vinos de gran calidad se intentan evitar
estos tratamientos para darle a la elaboración un carácter más tradicional y
artesano, ya que esta formación de sedimentos es un fenómeno natural en los vinos, por lo
que si posee este tipo de “posos” es sin
duda señal de que estamos bebiendo un buen caldo.
Cuanto
más se filtre un vino, menos estructura tendrá, por lo que un vino sin filtrar,
que deposita bitartratos tendrá más matices, aunque no por ello será mejor que
otro con menos posos, pero sí mejor que el mismo más filtrado.
Pueden resultar
molestos, pero a no ser que movamos o agitemos la botella (cosa que no debemos
hacer) no vamos a encontrarlos suspendidos en el vino, puesto que su peso los
hace descender al fondo.
Generalmente no dan
olores extraños, ni provocan refermentaciones, u otro tipo de alteraciones por
las que podamos decir que ese vino se encuentra en mal estado.
Aunque también
puede darse el caso de encontrar “posos” en suspensión que antes no estuvieran y
que se han podido generar con subidas de temperaturas. Se observan siempre en
la botella, sea cual sea su estado y reposo. Pueden ser levaduras en
suspensión, u otras sustancias que estén provocadas por una falta de
estabilización del vino, por un mal sulfitado, por frío, etc. En este caso las
levaduras pueden provocar refermentaciones si el vino tiene un azúcar residual
muy alto y echar a peder el vino.
Si encontráis
alguna botella con “posos”, lo más sencillo es decantarlo. Además, hay que
tratar con cuidado la botella, sin moverla. En caso de que haya estado en
posición de reposo, podemos dejarla de
pie unas horas antes de servirla para que los sólidos se encuentren en
el fondo. Una vez descorchada se debe decantar lentamente hasta que el vino
salga turbio, dejando los posos en la botella.
En Portugal los posos del vino Oporto Vintage es costumbre untarlos en pan con un poco de mantequilla. Aquí en España, también podemos encontrar restaurantes en los que "decoran" algunos platos con ellos.
Plato con "posos" de vino |
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